El vino es, sin duda, uno de los alimentos que forman parte de la dieta mediterránea y es importante saber cuál es el vino que mejor le va a cada plato. A continuación os voy a presentar seis tipos de platos muy habituales y algunos trucos para aprender a maridar, qué tipo de vino elegir en cada ocasión y que podáis empezar a maridar vuestros platos y vinos favoritos.
La clave para aprender a maridar es conseguir el equilibrio en la intensidad de los sabores, esto es mucho más importante que decidir sobre si tomar un tinto o un blanco. Igual que en una buena relación de pareja, la magia de la complementación hace que la combinación de ambos sea mucho más que la suma de las partes.
Si pides en un restaurante un pescado con un sabor intenso, como salmón o atún, elige vinos con más cuerpo y mayor complejidad, que no serán eclipsados por el pescado. Por ejemplo, un Chardonnay con algo de roble o un aromático Sauvignon Blanc. También puedes decidirte por un vino tinto como un Beaujolais, hecho de Gamay, que es ligero en taninos, o también por un Mencía de Bierzo. Para el marisco, que tiene un alto nivel de umami, sugeriría que eligieses un Fino bien fresco, o un Prosecco espumoso y seco.
Para acompañar carnes blancas, como pollo asado y cerdo a la parrilla, que son carnes de sabores suaves, funcionan muy bien los tintos como un Pinot Noir o un joven Tempranillo, al igual que con blancos más estructurados, como pueden ser un vino blanco hecho de la uva española Godello, o un Gruner Veltliner de Austria.
Si vas a pedir carnes rojas, la Garnacha, ya provenga del Calatayud, Campo de Borja, o del valle del Ródano, se caracteriza por tener matices a pimienta negra. Esta característica la convierte en una pareja ideal para un buen chuletón o unas chuletillas de cordero. Para intensificar esa pimienta del vino, te recomiendo que muelas un poquito de pimienta fresca sobre la carne y verás como la combinación es deliciosa.
Con comida picante, la india, tailandesa, o cualquier otro tipo de comida especiada, combinan muy bien con un vino semiseco como podría ser un Riesling Auslese de Alemania. Otra opción es un Gewurtztraminer de Alsacia que tiene una buena acidez natural, y está lleno de sabores florales y tropicales que equilibran y atenúan la sensación de picor de la comida. En ningún caso es recomendable elegir un tinto tánico y con cuerpo, ya que los sabores especiados y picantes en combinación con los taninos resultan amargos.
Para caza y guisos, platos de sabores intensos y comidas más grasas, es mejor buscar un vino tinto con cuerpo y estructura que no quede relegado a un segundo plano, y una buena elección podría ser un Barolo del Piamonte italiano o, un Pinot Noir americano del estado de Oregón, donde se producen vinos potentes con el suficiente cuerpo y estructura para este tipo de platos.
Si el plato que vas a tomar va acompañado de una salsa, busca el maridaje entre el vino y la salsa, pues será ésta la que determine el estilo del plato independientemente de la carne o del pescado que vayas a tomar; los aceites y las cremas cambian radicalmente las compatibilidades. Por ejemplo, una salsa grasa, como podría ser una salsa de queso, necesita un vino con elevada acidez, como por ejemplo, un Sauvignon Blanc o un Riesling seco, o un tinto del norte de Italia como un Barbera.
Como siempre digo: ¡prueba, experimenta y encuentra tu combinación ideal para cada plato! Espero que estos trucos para aprender a maridar te vengan muy bien.