España es un país de muchos contrastes, y no lo es menos en lo que respecta al mundo del vino. En una visita reciente al norte visité varias bodegas españolas que demuestran las enormes diferencias en cómo se produce y se comercializa el vino.
Hay un refrán que dice que “si quieres hacer una fortuna con el vino, antes tienes que gastar una fortuna mucho mayor”. Esto es sin duda el caso de la primera bodega que visité, Abadía Retuerta, en Sardón de Duero, que se encuentra en el extremo oeste de Ribera del Duero, y es propiedad de Novartis, una multinacional suiza, cuya actividad es básicamente la industria farmacéutica. Se ha gastado una pequeña fortuna en sus instalaciones durante los últimos 20 años. La abadía del siglo XII ha sido reconvertida en un lujoso hotel de 5 estrellas, que incluye un restaurante con estrella Michelin para sus huéspedes.
En 1982, cuando se creó la D.O. Ribera del Duero, las poblaciones de la región tuvieron que pagar una contribución para financiar la nueva organización. En ese momento, el pueblo de Sardón de Duero decidió no hacerlo, ya que no tenía viñedos. Por ello, cuando se plantaron las primeras viñas en la propiedad de Abadía Retuerta no fueron incluidos en la D.O. Ribera del Duero, aunque las condiciones de cultivo son similares.
Nos guió en la visita a la propiedad Francisco, cuyo conocimiento de los viñedos hizo que fuese todo un placer. Las 200 hectáreas de viñedos han sido plantadas con una gran variedad de uvas, de las cuales las principales son Tempranillo, Cabernet Sauvignon y Shiraz. Las uvas de cada parcela se recogen y fermentan separadamente. Después de un periodo de envejecimiento, se embotellan los vinos bien como vino de un solo pago o como mezcla de varias uvas.
La bodega es impresionante, con un precioso diseño, y está completamente equipada. Las uvas se depositan en los tanques de fermentación mediante la acción única de la gravedad, utilizando grúas de tamaño industrial, siendo posteriormente bajadas a las barricas de la bodega, que tienen hasta su propio diseño de barrica, que está patentado. La idea es tratar las uvas y los vinos tan delicadamente como sea posible, para producir vinos que sean sedosos y elegantes.
Probé tres vinos: Abadía Retuerta Especial 2015, Pago Valdebellón Cabernet Sauvignon 2015 y Pago Negralada Tempranillo 2015. Todos ellos muy equilibrados, con cuerpo, con fruta y roble bien integrados en el vino. Mi elección de los tres fue el Cabernet Sauvignon.
La siguiente parada fue en León, en el pueblo de Pajares de los Oteros. “Oteros” es el nombre que reciben las pequeñas colinas que se encuentran por todo el paisaje. Si haces una ruta por la zona de León verás que hay pequeñas cuevas escavadas en estas colinas con chimeneas que sobresalen de la tierra. Fueron bodegas españolas hace cientos de años. Hoy en día muchas de ellas están abandonadas o se usan como almacenes. Allí fue donde visité Asturleonesa de Vinos, una bodega artesanal muy pequeña. La cueva había sido excavada a mano en la ladera de la colina, y las marcas todavía se pueden ver en sus paredes. En el interior, encontré a José y su socio preparando un embotellado semi-automático, una tarea lenta y laboriosa.
Ellos tienen 15 hectáreas de viñedos y la variedad de uva autóctona es Prieto Picudo, una uva que tiene muchos taninos y es bastante ácida. Las uvas se recogen a mano y son fermentadas en grandes barricas de roble de bastante antigüedad. En el interior de la bodega/cueva hace frío, pero la temperatura se mantiene constante a lo largo del año. La uva debe fermentar utilizando levaduras naturales que se encuentran en el viñedo y en la bodega, no hay acero inoxidable con temperatura controlada, estos vinos están hechos de la misma forma que se lleva haciendo generaciones.
Los dos vinos que caté, un tinto y un rosado, ambos 100% Prieto Picudo, eran vinos con cuerpo, rústicos y tenían sin duda encanto, el rosado más recomendable que el tinto.
Cada bodega tiene su historia, cuando encuentres un vino que te guste ¡dedícale algo de tiempo a conocerla!