Recientemente asistí a una conferencia para diseñadores y publicistas para hablar sobre las tendencias actuales sobre el diseño en el mundo del vino. Y es que cada vino cuenta una historia.
El mercado del vino está en cierta forma saturado, por lo que ser diferente y hacerse visible es vital para que un vino tenga éxito. Cada etiqueta del vino tiene que contar una historia original, única, visualmente atractiva y que en conjunto produzca una reacción tan sólo en una espacio de aproximadamente 15×10 cm. Una tarea compleja.
La mayoría de los productores enfocan demasiado su tiempo, su energía y sus recursos en el vino en sí. Esto puede parecer algo extraño de resaltar, pero si lo piensas, es igual de importante darle al consumidor una razón para coger la botella esa primera vez.
¿Esto cómo se puede hacer? Los mejores diseñadores deben entender todos los aspectos de cada uno de los procesos, desde cómo se cultiva la uva, cómo se hace el vino y también cómo se hacen las botellas y el papel. Conocer a fondo el mercado es también esencial. Este conocimiento es la base para crear una historia.
Yo me quedé impresionado de cómo el uso de diferentes tipografías puede mejorar el impacto visual, lo cual puede no ser tan sorprendente, ya que la conferencia estaba organizada por Avery´s, que fabrican papel para etiquetas. La gama de diferentes papeles y diferentes efectos visuales es enorme. Una de las etiquetas que vi tenía 5 tonos diferentes de blanco, lo que le daba sensación de profundidad, textura y riqueza.
Los equipos de diseño por ello observan qué es singular en relación a ese vino, en relación a la población donde se produce, la historia del lugar y su clima. Por ejemplo, una etiqueta diseñada por Mario de Paolo, de Spazio Dipaolo, en Italia, para un vino llamado Palmetto Constanzo, del Monte Etna en Sicilia, tiene el color y la textura del suelo volcánico de las viñas donde se cultivan las uvas.
Una buena historia tiene muchos elementos. Si la bodega tiene mucha historia, como en el Marqués de Cáceres Rioja Gran Reserva, esto tiene que destacarse en la etiqueta, lo cual puede hacerse utilizando colores, texturas y tipografías muy diferentes. Hoy en día, muchas de las bodegas tradicionales más conocidas emplean tiempo y dinero en la historia que aparecerá en la etiqueta.
En esta época de “instagram”, el impacto visual nunca ha sido tan importante si quieres conseguir nuevos consumidores. Estaba en exposición un vino llamado Machoman, de la bodega Casa Rojo, en Jumilla. El dibujo es de un hombre grande, calvo, con tatuajes. Es una caricatura del propietario, que es también el viticultor. El nombre sugiere que el vino es grande y potente. Una vez que has visto la etiqueta ya no la olvidas. El vino es muy bueno, lo que te hará querer compartirlo con los demás. Por cierto, cuando se le conoce, ¡él es tal cual su dibujo!
Al terminar la jornada, le pregunté a Ivan Bell, de Stranger&Stranger, una empresa líder en diseño de Reino Unido, cuánto tiempo le lleva a su equipo diseñar una etiqueta. Me contestó que mínimo era entre tres y seis meses, lo que, si lo piensas, es parecido al tiempo que lleva desde que brotan las uvas hasta que se cosechan. Lleva tiempo tanto tiempo que madure la uva como el crear una historia sobre ese vino.
Esther G | 7 febrero, 2019
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tOTALMENTE DE ACUERDO. al fin y al cabo, lo primero que vemos es el diseño y nos tiene que atraer y llamar la atención. gracias por la ayuda.