Londres es, más que nunca, uno de los destinos favoritos de los españoles para una escapada de fin de semana. Hay infinidad de monumentos y museos famosos por ver y visitar, pero para los amantes del vino ¿sabían que también hay una serie de históricas tiendas de vino que bien merecen una visita?
Una de las más famosas es la tienda de Berry Brothers & Rudd, ubicada en el número 3 de la calle St. James, que lleva allí desde que abrió en 1698, hace más de 300 años. No es la típica tienda porque tiene una cartera de vinos de primera clase. Desde el exterior intimida bastante, tiene el aspecto de un clásico club inglés y sus empleados van vestidos de chaqué. Hace muchos años, al comienzo de mi carrera en Londres, solía pasar por ahí y no me atrevía a entrar, pero, esta vez, superé mi timidez.
Una vez dentro, tiene un claro encanto del viejo mundo, es bastante pequeña y apretujada, con puertas estrechas y techos bajos. Enseguida se observa que el piso está inclinado debido al hundimiento y movimiento del edificio a lo largo de los siglos. Pero sigue en pie.
Lo que más llama la atención es la falta de vinos a la vista, en la tienda. Me dijeron que, históricamente, los vinos no se mostraban porque las selecciones se realizaban después de hablar con el cliente sobre sus requisitos. Por ejemplo, si el cliente necesitaba vino para un fin de semana de cacería en su finca se realizaba una selección adecuada para la ocasión.
Una de las características de una compañía como Berry Brothers es su capacidad de supervivencia y adaptación a través de los años. Mientras que desde fuera todo parece antiguo, en realidad han realizado un sinfín de cambios recientemente, el último de los cuales es la apertura de una tienda nueva justo al doblar la esquina, en el número 63 de la calle Pall Mall, con una impresionante y extensa selección de vinos de la más alta calidad.
Tiene un aire tradicional, pero los vinos expuestos y el personal siempre atento y experto, hacen que sea una bonita forma de pasar el tiempo en una fría tarde de invierno, como lo hice yo el fin de semana pasado.
Tienen un dispensador de vino Enomatic que permite a los clientes degustar muchos de los mejores vinos por un módico precio. Es una buena forma de poder probar los vinos antes de comprarlos. Pero, sobre todo, es una forma divertida de probar algunos de los vinos más conocidos.
Si planifica su visita con antelación, puede apuntarse a las catas, almuerzos y cenas que ofrecen y que son una delicia y una experiencia para los amantes del vino.
Había una notable presencia de vinos españoles con botellas de prestigio. Los precios son razonables y no difieren de los precios en España.
Lo que les recomiendo es que pidan consejo y descubran algún vino nuevo, que es precisamente la razón por la que viajamos en busca de nuevas experiencias. Los buenos vinos son prohibitivamente caros en los restaurantes londinenses, tiene mucho más sentido comprar algo especial y beberlo en casa.
Así que en su próxima escapada a Londres, incluya «tiendas de vino» en su lista de cosas que hacer y descubrir.